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jueves, agosto 18, 2005

Tu voz...

He aprendido a conocer
Los sonidos de la noche
El tremolar de vehículos
en lejanas calles
La sirena que urge el paso
Las voces trasnochadas
El perro de la esquina
que avisa toda sombra
El negro silencio
cerrado como la noche
Los grillos metálicos
El viento contra las hojas
de mis persiana
El poema no hecho
Los pájaros del alba
Y tu voz
que retumba a toda hora
en los confines de mi alma
BIG

sábado, junio 04, 2005

To Be...

Como hálito de vida
Como el ritmo del corazón
Como un pensamiento pertinaz
Como el día que le sigue a la noche
Y viceversa
Así soy yo
Estoy yo
El verbo to be en tu vida
Siempre presente
En la comisura de tus ojos
De tus labios
Entre los pliegues de tu piel
En el álbum interactivo de tus recuerdos
En la pasión que quema
En las cenizas que quedan
En el viento que las sopla
En las nubes que me recrean
Voz incansable de todos los sonidos
Que has dejado en mí

BIG
06/05

sábado, mayo 21, 2005

...en lo más secreto

Amarte sin invadirte,
multiplicarte sin perderte,
decirte sin traicionarme,
guardarte sin poseerte,
y, así, ser yo mismo en lo más
secreto de ti.
Big - 05/05


fiesta...

Como en domingo de resurrección
Hay alegría en mi pueblo interior
Todo se llena de una densa luz
Que no permite rincón oscuro alguno
La paz llena cada vericueto en mi pueblo
El amor destila más amor aún
Y es libre
Libre de ir y venir
Libre como un visitante
Que va y viene por temporadas
Pero que siempre viene
Por el paisaje
Por la paz
Por la sensación de amor y bienvenida
Que siempre recibe
Y el pueblo siempre estará aquí
Y siempre habrá luz
Y siempre tendrá amor
Que dará y recibirá libremente
Y las jubilosas despedidas no serán
Sino augurios que una nueva visita
Ha de suceder
Big - 05/05

mi paisaje interior...

Entre el atardecer y el alba
se hace presente el silencio
el que nos permite
curarnos las heridas
el que nos da chance
de contar nuestros muertos
el que nos dá espacio
para reflexionar sobre la batalla

Se hace presente la distancia
Donde no nos alcancen las balas
Donde no seamos vistos
Donde seamos ignorados
Con la esperanza que nos olviden
Y convertirnos en un solo un recuerdo

Pero el alba llega
y su luz nos deja ver nuevamente
el campo de batalla
plagado de escombros
lleno de tareas por cumplir

Y sin embargo, acá dentro
En mi corazón
El cielo es azul y las nubes blancas
Y los árboles florecen
Y los pajaros cantan
Y la esperanza es realmente verde
Y soy feliz…

Y con este paisaje voy de nuevo
Construyendo mi día
Porque sé que la verdad
Ésta de mi corazón
Es la finalmente se hará presente
En mis nuevos amaneceres
En mis nuevos días…

BIG - 05/05

quién...

Quién como yo
Conoce la fuente de tus demonios
Quién como yo
Comparte con ellos omniscientemente
Quién como yo
Entiende el ritmo de las vidas
Quién como yo
Intuye tus placeres
Quién como yo
Conoce tus verdades
Quién como yo
Ama todo lo que eres
Quién como yo…

Tú, sólo como yo
Espejo de mi Alma
Titiritero del Universo
Que das y quitas vida
Que pereces
Que perezco
Quién como yo, sólo Tú…

BIG - 05/05

sábado, abril 09, 2005

Cajones...

En muchos cajones
guardo tus recuerdos
Los más tangibles
aquellos de mi rutina
Una cajita blanca a rosca
que guardaba tus mejores ojos
Un cepillo azul y blanco
que limpiaba tus marfiles
para mi lengua
Una barra de olor
que cubría tus almizcles
Una hojilla doble
que suavizaba más tu piel
Otros cajones…

Un loco en la luna
Musica del alma
Un poema insomne
Una visión del mundo
Una melancolía crónica
La tesura de tu piel en la mia
Tu placer junto al mio
Un verde, esperanza ajena
El más grande
Un espacio vacío junto a mi corazón

Big - 0405

El silencio, mi vocero

Cada nuevo amanecer me cuesta
Aquello que antes me movia ahora no está
Debo hacerlo todo solo
Reir en la mañana, acariciarme durante el día
Desearme en las noches
Hacer planes conmigo mismo
Decirme cuanto me quiero

Y he aprendido a que eso está bien
Sólo que es un poco solo
Como una casa con dos sillas
Una siempre vacía
Sentado…
Esperando algo que nunca llega
Pero, esperando al fin y al cabo

Irme desvaneciendo
Lentamente, poco a poco
Bajo la mirada de nadie
O de todos
Sólo el silencio será mi mejor vocero

big - 0405

viernes, abril 01, 2005

Against all odds

It’s six o’clock on a Friday afternoon in Caracas and I’m heading home, wavering through rivers of cars and buses showering fumes and noise all over me, windows dangerously rolled down, no air conditioning at the moment, a moment that has already been here for three years. All I want is to get home, especially today, one of those days that I have already forgotten twice in my life, while living up north, when my “only-mother” called to remind me yet another year had gone by. In any case, this is 2004, and twenty five years later I still prefer to forget such day. And while I drive and swerve over that pedestrian who had just jaywalked right in front of me, ignorant that my insurance has recently expired, which in tropical terms means at least two years, … I’m just dreaming about getting home, taking a shower, having a snack and forget about another hectic day… hoping it doesn’t rain because that would mean overcoming a river-like stream that runs down the sidewalk, right in front on my garage door, which I have to open manually due to some repairs the automatic door opener has been needing for a while, and let’s not even get into how long a while is…. Forty some long years ago I wasn’t even here yet on a day like this, at this hour, and I wonder about my mother running about an empty green metal medical bed, on a empty room with shinning dark green floors and barren white tiles covering the walls, literally screaming her guts out, while splitting in two, in pain, not being able to deliver a huge baby boy that was supposed to be out 20 days ago. My father had already made all arrangements with doctor Lamanna, more a male mid-wife than a doctor, who didn’t know much about C-sections and had allowed all my mother’s suffering, and my own, struggling to be out that thicket of membrane and amniotic fluid. “Should he be anything but normal, please, get rid of him”, pleaded my father. But, I’m still here… Fortunately, against all weather forecasts, it’s not raining today, and the heat and the exhaust fumes are still hitting my face, while I approach the only soothing experience about driving in this mad city, the road of dreams where, side by side, huge billboards announce my life-to-be if I had that apollonian ebony body that sells cellular phones over the mountainous geography of a chest, and a huge valkirye by my side, selling bear beers in a thong and moist lips, reminding me that some lives are larger than life itself, particularly mine. And I’m already getting there. A white two-flat fifties style house approaches in sight, the old ladies strolling slowly their bad health habits, the dogs barking at anything that moves, my mother, suspiciously readily dressed, sitting on the balcony, hides away and appears by the front door. I step out of my car, roll up the windows, as my mother approaches with a great smile and whispers into my ear: “Happy Birthday, son”

lunes, marzo 28, 2005

El brillo entre sus dedos.

Cientos de cambios de luces debieron advertírmelo. Pero no fue así. Ni siquiera la repetitiva escena del juglar con capucha rasta y bastón de fuego pudieron advertirlo. Fue mi estancia allí, en medio del humo, en medio de las cornetas que resonaban sin parar, una vez que se producía el cambio de luces... rojo, verde, amarillo, y un murmullo sin cesar, solo interrumpido por el septuagenario que hacia sonar su tercera pierna de metal, esa que le ayudará a llegar al final del camino.

Una mosca cae producto de un chicote fulminante que le propino por la interrupción de mi escritura al teclado. Hablando de vivos. Hablando de los cambios que nunca me advirtieron. Nadie me dijo de la mosca. Nadie me dijo que esto era tan pobladamente solo. Tan ensordecedoramente solo. La nube, blanca y solitaria, como descansando encima de la cumbre del Ávila, me debió haber dado la clave, pero no entendí. Solo la disfruté mientras esperaba, pensaba yo, mi carrito de la Ruta Emergente que me llevaría finalmente a casa. La nube, bajo un cielo ya verde oscuro, era lo único que se iluminaba allí arriba, producto de un atardecer al otro lado de la montaña. Y yo, la observaba y me preguntaba cuantas personas, como yo, estarían en lo mismo. Y sí, eran muchas en ese instante, pero yo no lo podía percibir aún, ya que no caía en cuenta de mi realidad.

Y una vez mas la luz cambió, y el juglar salió al paso de los desesperados choferes que solo deseaban franquear ese paso, uno más en el camino que los llevaría a su destino. ¿Cual? Yo también estaba allí esperando, pensaba yo, mi vehículo a casa, el que me traería a la comodidad de mi cama, al traspasar la reja de la llave azul, la negra y la cuadrada, muy importante esta última, ya que no permite copias por su rareza.

Pero volviendo a este interminable atardecer de hoy, el día en que tuve el sueño, ese sueño del que desperté y después nada fue igual. Solo la rutina. Solo ella era igual, pero demasiado. Era como un dejavu empachado de días, de un día tras otro, donde lo único que cambia es el nombre, y que de repente amaneció en un día que te celebra, y tu no lo sabes aún. Y es como cuando naces, igual, diría yo. Igual porque te vas enterando paulatinamente, te vas haciendo consciente de ello con el tiempo.

El hombre con la pata coja se acercaba, y hablaba con la mujer indigente que pedía entre la cola vespertina de vehículos- una ayudita si es posible, mire que solo tengo 45 segundos entre luz y luz, entre pitazo y pitazo, entre cada pirueta y flip flap flop del juglar de la capucha rasta – para luego arrimarse a la acera, muy cerca de mí, a contar las pocas monedas que había recogido. Y el familiar hombre de la pata coja, se le acercaba inquiriendo sobre la fortuna recolectada. El hombre de la pata coja, un cabrón de indigentes, un cobrador de peajes de la mendicidad ajena. Y de quien, en medio del ruido, se escuchaba el raspar de la suela de su zapato izquierdo sobre el cemento de la acera. Los dedos negros, brillantes, como si tuviese un gran guante de alquitrán, mostraban el brillante producto de su trabajo de cabrón.

Parte del dejavu, este sueño se repetía una y otra vez, entre luz y luz, entre pitazo y pitazo, entre cada pirueta y flip flap flop del juglar de la capucha rasta. Mientras, la iluminada nube que cansadamente descansaba sobre el Ávila, iba perdiendo luminosidad – culminaba la tarde, un último vuelo desde Europa debe estar recibiendo la tenue luz vespertina sobre su timón, y cual silueta, aterrizar sobre el silencioso asfalto frío de Maiquetía.El hombre de la pata coja se acercaba, pero esta vez a mí, y yo le respondía que no había recolectado ningún dinero para él, pero él insistía y al ver que nada salía de mis manos, el brillo de entre sus dedos se hizo presente nuevamente, el resplandeciente plateado sobre el color alquitrán brillante de sus dedos. Y esas monedas, ¿de donde habían salido?

Una fría sensación recorrió mi cuerpo sobre un calido chorro rojo que brotaba de en medio de mi, y yo hurgaba con mis dedos entre mi ropas para ver de donde salía, y no lograba ubicar el origen. Las luces del semáforo pasaban de verde a amarillo a rojo, y se entremezclaba con ese rojo que venía de adentro, y todo se teñía ahora de rojo, y de frío azul , y de humo gris, y de saltimbanqui con sombrero rasta, hasta que una cierta levedad se apoderó de todo mi ser y comencé a flotar en picada hacia un negro alquitrán, del color de las manos del hombre de la pata coja, que retiraba reiteradamente un largo stiletto brillante, brillante como las monedas, de alguna parte de mi humanidad que ahora yacía como un garabato sobre un gran charco rojo y negro, silente e intermitente, mientras los transeúntes corrían en busca de una ayuda que nunca llegó a tiempo.